Para escoger los seis hoteles que se presentan en este artículo, lo primero que se preguntó Olivier Creed fue en qué lugares del mundo se encontraba más a gusto. Un hotel suntuoso en una mala ubicación no cabe en esta lista: la regla de oro de un hotel excepcional es que se encuentre en un lugar especial. Después, se dedicó a considerar el aspecto estético de la propiedad. ¿Qué tan bien equipadas están las habitaciones? ¿Se ha redecorado o reacondicionado el lugar recientemente para ofrecer un entorno acogedor? ¿Genera la sensación de llegar a un sitio realmente especial al acceder al vestíbulo por primera vez?
También hay que tener en cuenta los servicios. A fin de cuentas, un hotel de primera es más que un hogar lejos de casa: es una experiencia. No todos los días se puede acceder a un spa de cinco estrellas a solo unos pasos de la habitación o embarcarse en un tour privado en una elegante lancha Aquariva Super. Más de un hotel bonito ha decepcionado por no ofrecer nada que hacer. Finalmente, como perfumista y buen francés, las preferencias de Olivier se guían por sus sentidos, esos ligeros toques de je ne sais quoi que logran que un hotel sea más memorable y acogedor que otros. Puede tratarse de unas flores frescas en la habitación, el perfume y los sonidos del mar o los suculentos aromas que llegan de una cocina de hotel galardonada con estrellas Michelin.
Et voilà: una lista cuidadosamente escogida con seis elegantes establecimientos, dos de ellos en Francia y el resto en Italia, Londres, Suiza y Nueva York, que ofrecen lo mejor de lo mejor y cuentan con la aprobación de un hombre que entiende de sobra de lo exquisito de la vida. ¡Bonne visite!
1. Hôtel Beau-Rivage Palace, Lausana, Suiza
Son muchos los acontecimientos interesantes que han ocurrido en este célebre hotel de lujo situado en las orillas suizas del lago de Ginebra (o Lac Léman, como lo llaman los lugareños). En 1893, Jacques Tschumi, a la sazón director general del hotel, decidió crear la École hôtelière de Lausanne a un tiro de piedra del establecimiento. Esta reputada institución se sigue considerando como una de las mejores escuelas de gestión hostelera del mundo. En 1912, se firmó en el Beau-Rivage el Tratado de Ouchy, que puso fin a la guerra ítalo-turca. Y, en 2009, Anne-Sophie Pic, la chef con más estrellas Michelin del mundo, abrió su restaurante epónimo (que acabaría siendo galardonado con dos estrellas Michelín) en el Beau-Rivage Palace.
Tras abrir sus puertas en 1861 con la intención expresa de convertir Ouchy, un pequeño puerto pesquero situado justo al sur de Lausana, en un destino turístico para las élites burguesas y aristocráticas de Europa, el Beau-Rivage acaparó posteriormente un gran éxito con los turistas y trotamundos de América tras la II Guerra Mundial. En la actualidad, esta hermosa joya de la Belle Époque atrae a una clientela más cosmopolita que acude en busca de sus impresionantes vistas, el aire de la montaña y un lado más gentil de la Europa continental.
Al igual que ocurre con el Gran Hotel Royal Evian Resort situado en la orilla francesa del lago, el Beau-Rivage se alza sobre hermosos jardines que conforman el entorno perfecto para dar un paseo; es un agradable contraste con el bullicioso (aunque no precisamente saturado) centro urbano de Lausana, a 20 minutos a pie. Otro lugar para no perderse es el salón de bailes Sandoz del hotel (arriba), una resplandeciente sala bajo una cúpula que lleva más de 100 años acogiendo banquetes, eventos sociales y congresos históricos. También es imprescindible no perderse el spa Cinq Mondes, de 1500 m2 , que fue renovado en 2020 y consta de ocho salones de tratamientos. O, si prefiere un poco de calma, siempre puede relajarse en su habitación y preguntarse quién podría haber pasado por allí antes que usted: tal vez Gianni Versace, Churchill o Nelson Mandela, por nombrar algunos ejemplos.
"En la actualidad, esta hermosa joya de la Belle Époque atrae a una clientela más cosmopolita que acude en busca de sus impresionantes vistas, el aire de la montaña y un lado más gentil de la Europa continental."
Olivier Creed2. Hôtel du Cap-Eden-Roc, Antibes, Francia
Existen pocas propiedades inmobiliarias en el mundo situadas en una ubicación más prestigiosa que Cap-Eden-Roc, que abarca prácticamente todo el extremo suroccidental de Antibes. Además de inolvidables puestas de sol desde el bar de la piscina del hotel o sus tres restaurantes, uno de los cuales está galardonado con una estrella Michelin y ofrece un menú creado con la colaboración del legendario chef francés Eric Frechon, su ubicación inmejorable en la Costa Azul garantiza una experiencia playera tan vigorizante (tenis, surf a remo, esquí acuático) o tan relajante (spa, piscina infinita de agua salada, clases de yoga) como desee.
Como es natural, la lista de huéspedes del Cap-Eden-Roc evoca el glamour de muchas generaciones. El hotel dio sus primeros pasos como lugar de retiro para escritores en 1870, aunque pronto se reconfiguró como establecimiento hotelero y comenzó a acoger a todo tipo de insignes, desde F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway hasta Pablo Picasso. Marc Chagall trazó bocetos a la orilla del agua, y Kirk Douglas, estrella de Espartaco, prefería dedicarse al esquí acuático durante sus estancias en este lujoso hotel de Oetker Collection a finales de la década de los sesenta. Existe una impactante foto del escultural protagonista de Espartaco en la que aparece surcando las olas próximas a Cap-Eden-Roc con sus manos a la espalda. Recientemente, han pasado por el hotel actores como Dustin Hoffman o Sean Penn. Y es que el Cap-Eden-Roc es, entre otras cosas, una agradable distracción del bullicio de Cannes cuando la ciudad se llena de estrellas del celuloide.
En lo que respecta al alojamiento en sí, los huéspedes gozan de un
mundo de opciones a su alcance. Además de las elegantes
habitaciones y las suites de cinco estrellas, hay disponibles varias
villas privadas; la incorporación más reciente es Villa Sainte-Anne,
situada justo en frente del gran portón del hotel. Construida a
principios de la primera década del siglo XX como residencia
privada de estilo renacentista italiano, pasó a formar parte de la
cartera de Oetker en 2019; tras una reforma que duró dos años, la
propiedad ofrece ahora cinco dormitorios, servicio de chófer,
amplios jardines y piscina privada.
"Además de inolvidables puestas de sol, la ubicación inmejorable del Hôtel du Cap-Eden-Roc en la Costa Azul garantiza una experiencia playera tan vigorizante o tan relajante como desee."
Olivier Creed3. Hotel Splendido, Portofino, Italia
Algunos hoteles de lujo se aíslan de su entorno para crear un microcosmos en cierto modo artificial, pero no por ello menos atractivo, en el que los mimados clientes se sienten como si hubiesen escapado del mundo real. El histórico Hotel Splendido adopta un enfoque ligeramente distinto: se integra positivamente en su entorno e incluso cuenta con un hotel hermano en la diminuta bahía sobre la que se erige, el Splendido Mare, en el que la compañía propietaria Belmond ha abierto una heladería y un restaurante. Un servicio de autobús lleva a los huéspedes ida y vuelta, aunque recorrer a pie el serpenteante paseo de 25 minutos por el Camino de los Besos desde la cima de la colina en la que se alza el Splendido es una auténtica delicia.
Es posible que la afinidad del Hotel Splendido con su entorno esté relacionada con el legado del edificio y el lugar que este ocupa en la comunidad local. Su primer uso, en el siglo XVI, fue como monasterio, y no cabe duda de que los monjes benedictinos que lo erigieron sabían bien cómo disfrutar de la vida, ya que construyeron su nueva residencia para poder sacar el máximo provecho de las espectaculares vistas del mar y gozar del sol durante todo el día. La trayectoria de la propiedad como hotel de fama mundial comenzó en los albores del siglo XX, cuando se hizo con ella un pionero del turismo local, inspirado por la construcción de una nueva carretera que la unía con la localidad más próxima. En los años 50, la flor y nata de Hollywood se alojó aquí en secreto, atraída por su carácter auténticamente italiano lejos de las abarrotadas calles de Roma y Venecia.
Belmond (u Orient-Express Hotels, como se denominaba entonces) adquirió la propiedad en 1985 y pasó las siguientes décadas renovándolo con mimo y con buen gusto. Entre las incorporaciones más recientes se encuentran la suite Dolce Vita, situada en su propia ladera de la colina cerca del hotel y de uso totalmente privado, y cinco nuevas suites de lujo. Si visita el lugar pero no tiene tiempo para quedarse, le aconsejamos que no se pierda, al menos, una cena en el restaurante La Terrazza del Splendido, con vistas a la bahía. Incluso nos atrevemos a ponérselo fácil con el menú: disfrute de unos Spaghetti alla Elizabeth Taylor, un plato rico en tomate que, según se rumorea, pedía la estrella de cine cuando se alojaba aquí.
4. The Pierre, Nueva York
5. El Ritz, París, Francia
El palaciego Hotel Ritz ofrece docenas, cuando no cientos, de vistas espectaculares, empezando por la Suite Impériale, monumento histórico oficial de Francia. Sin embargo, una de las más impactantes es también una de las más recientes: el Ritz Bar, que abrió sus puertas el año pasado, reinterpreta el espíritu de la Belle Époque que vio nacer al Ritz, con un frenesí de columnas, cortinas, bronce y terciopelo, al son de una divertida temática zodiacal.
A pesar de su firme compromiso con la tradición y con la arquetípica manera de hacer las cosas «al estilo del Ritz», el hotel se encuentra a gusto explorando nuevas posibilidades. En 2012, el Ritz cerró sus puertas durante cuatro años para llevar a cabo una renovación integral, con la implicación de mil trabajadores y artesanos. «Si Marcel Proust, Ernest Hemingway, Coco Chanel o Maria Callas llegasen hoy a nuestro establecimiento, no cabe duda de que sentirían curiosidad por las pantallas de televisión sutilmente ocultas, la iluminación configurable y el aire acondicionado de ajuste fino», señalaron en su día. Recientemente, en 2020, una serie de Netflix con seis episodios siguió las hazañas del jefe de pastelería del Ritz, François Perret, a lo largo de su recorrido en su camión de comidas por California.
Con todo, no es posible escapar de la historia; aunque, siendo
francos, ¿quién querría hacer una cosa así? El Ritz aparece en
novelas y obras de autores de la talla de F. Scott Fitzgerald, Ernest
Hemingway, Noël Coward e Ian Fleming. De hecho, ningún relato
del Ritz estaría completo sin mencionar el Bar Hemingway, donde
los huéspedes pueden acomodarse en un sillón de piel y brindar
por el audaz escritor estadounidense que, en su día, decidió liberar
el bar de los nazis mientras las tropas aliadas avanzaban hacia
París en 1944.